Mi nombre es Juan Pérez, tengo 35 años, trabajo en una agencia de seguros en el centro de la ciudad.
Cada mañana a las 7:30 suena el despertador, mientras mi mujer despierta al niño, yo le preparo el
desayuno y le meto unas galletas en su mochila. Mi mujer lleva al niño a la escuela y yo cojo el metro
para ir a trabajar, le doy los buenos días al chico que ofrece el 20 minutos y me lo voy leyendo mientras
llego a mi parada. Una vez en la calle, de camino a la oficina, miro de reojo a las chicas uniformadas
de Mango, todas como un queso, quienes también van para su puesto de trabajo, no se me ocurre decirles
nada, pues mi super-yo mantiene a raya a mi yo-primitivo.
En la oficina discuto los temas del día con
mi compañeros, les indico qué es lo mejor a hacer, e intento imponer mi punto de vista, pues tras trece
años de experiencia en la firma, se tienen muy en cuenta mis opiniones.
A las cuatro vuelvo a casa, he
sido cordial con los clientes, si el día ha sido bueno habré firmado algunas polizas nuevas, me habré
tomado dos, a veces tres, cafés horrorosos de la maquina y habré discutido con el de administración por
no ser de mi equipo de futbol, y por supuesto, habré encontrado veinte razones para justificar la última
derrota.
Mis jefes están contento conmigo, no suelo tener problemas en cumplir con los objetivos
trimestrales. Y no tengo problemas en decirles lo que quieren escuchar.
De vuelta a casa, mi mujer ya
tiene algo preparado para comer y también aprovecho para preguntar al crío cómo le ha ido en el cole.
Charlo de cosas banales con mi mujer mientras almuerzo, descanso un poco y me encierro en mi despacho, lanzo
la plataforma de negociación y opero las estrategías que he aprendido en libros y cursos de trading que he
realizado. Y como casi siempre, PIERDO DINERO.
En ocasiones tengo días donde gano algunos Euros, pero
totalmente insuficientes para compensar los frecuentes y usuales días perdedores.
Suelo salir medianamente
cansado y cavizbajo del despacho, pensando que hubiese sido mas productivo quedándome a ver la tele, o de
tertulia con los amigos, esperando la hora de cenar e irse a dormir, que mañana, a las 7:30, vuelve a sonar
el despertador.
Ese soy yo, Juan Pérez. Con estudios y cultura, competente para llevar a mi familia y mi trabajo por el buen camino, pero incapaz de acabar un mes en positivo en mi cuenta de trading.
.....
El Juan Pérez descrito en las líneas de arriba es un personaje ficticio, pero no he hecho mas que aunar piezas de muchos de los traders con los que hablo. La situación de Juan Pérez es la mas común entre todas las personas que luchan por ser consistentemente ganadores en el trading. Y esta no es mas, que otra forma mas de exponer lo que ya he intentado decir otras 500 veces en anteriores posts: El problema de Juan Pérez, es que cuando se encierra en su despacho, sigue siendo Juan Pérez, el educado y civilizado Juan Pérez.
En mi parecer, la formación de todo trader pasa por dos fases. La fase primera dónde toca formarse, leer libros, hacer algún curso, leer opiniones de expertos, contratar mentorizaciones, etc, etc. Y ahí, durante esa fase, las cualidades de nuestro Juan Pérez son totalmente válidas y muy útiles. De hecho, es lo que hay que hacer, formarse. Al igual que uno cursa estudios para ser electricista, protésico, médico, abogado, contable, etc, etc. Uno tiene que formarse para ser trader, debe conocer los principios del análisis técnico, los diferentes tipos de órdenes, la gerencia adecuada a cada negociación, el uso de la plataforma de trading... Esta es la parte fácil, uno debe estudiar y persistir y al final, acaba adquiriendo los conocimientos necesarios para ser trader.
¿Dónde el trading no se parece al resto de profesiones?. Pues que a la hora de aplicar lo que has aprendido, si lo haces cómo has logrado el resto de tus cosas en la vida, seguirás saliendo cavizbajo del despacho.
Desde pequeños, hay ciertos valores que nuestros padres, abuelos, profesores y tutores se han encargado en grabarnos a fuego en nuestro subconsciente, cosas como: Se honrado, se trabajador, lucha por lo que quieres, lidera y haz valer tus opiniones, si algo no te sale bien, esfuerzate una y otra vez hasta que lo hagas bien, persiste, aguanta, no te rindas… Todos estos conceptos son muy loables para crear a un ciudadano de bien, pero la mayoría de ellos, si los aplicas al trading, TE ARRUINAN.
La fase dos por la que un trader debe pasar es justo esa, tiene que diseñar nuevos esquemas de valores con los que comportarse en el mercado. Tiene que lograr crear otro yo, otro personaje que coja el control del PC y la plataforma y que actue y llegue a decisiones de trading de forma totalmente distinta a cómo lo hace en su día a día. Y no llevarse nada de lo que ocurra con ese personaje a su vida cómo Juan Pérez. Esa es la receta para su supervivencia en el mercado. Y esto no es que sea difícil, esto es que llega a doler. Lograr tal disasociación es cómo desprenderte de un trozo de ti. Pero es que mientras Juan Pérez siga aplicando su proceder como buen marido, buen compañero de trabajo, buen padre o buen ciudadano. Será una gran persona con la que tomarse unas copas, pero es suicida dejarle unos euros para que te los administre en el mercado.
El mercado no te premia por inisistir si las cosas no te salen, el mercado no te “debe” nada si en las cuatro últimas operaciones te sacó dinero, en el mercado no funciona la lógica de Aristóteles causa --> efecto, y lo peor de todo, en el mercado no hay leyes físicas que te ayuden a darte cuenta que lo que estás haciendo es peligroso para ti, por lo que no ves la necesidad de no seguir actuando así. De hecho, esto último es lo que ha fortalecido y afianzado nuestro proceder como buen ciudadano, y lo que nos ha ayudado a establecer dichos principios como los adecuados para ser felices y mantenernos a salvo.
Si vas con un coche a 180 kms por la carretera, y de repente aparece una casa en mitad de ella. Frenas. El cerebro no te hace repensarte si será posible atravesarla sin que pase nada, pues conoces las leyes físicas que apoyan el hecho de que te vas a matar. ¿Y sabes qué? No te sientes mal por no ser el valiente que intenta atravesarla.
Si ves un semáforo en rojo, paras. Porque conoces los peligros que hay en saltárselo, y tu cerebro no te castiga por no avanzar en tu camino. Conoces las leyes físicas de lo que puede pasar si colisionas con otro vehículo.
Así con todo, todos los esquemas mentales y nuestro proceder inconscientemente competente se ha visto reforzado día tras día al aplicarlo y salvarnos el pellejo cada vez que lo hemos aplicado.
Todo eso falta en el mercado para convencernos y que se generen los enlaces neuronales distintos a aplicar en este otro entorno. Si sigues insistiendo en una estrategía que hoy no funciona, sólo pierdes algo de dinero, no hay daño físico, por lo que el cerebro no se molesta en generar medidas para que no repitas dicho proceder.
Si no hay oportunidades de negociación y sólo miras las pantallas, tu cerebro te castiga porque NO estás haciendo nada. Y no tardas en "ponerte a trabajar".
Si el mercado lleva una caída monumental, tu sigues intentado largos, pues ha caído mucho y debes persistir, aguantar, no rendirte. Ya lo has hecho antes en otras facetas de tu vida, y tras mucha dedicación, el esfuerzo mereció la pena.
Cada negociación ganadora no es mas que una ratificación de lo correcto de mis principios como Juan Pérez, cada negociación perdedora es una ratificación de mi mal proceder cómo Juan Pérez. Y así, un largísimo etcétera de los procederes de los Juanes Pérez en su día a día como traders. Todo ello es un bucle que acaba agotando y limpiando la cuenta de trading de todo buen ciudadano.
Es necesario parir a un nuevo yo que se encarge de actuar en el mercado, y enseñarle como a un niño, qué principios funcionan en el mercado, que proceder es el adecuado para ganarle el dinero al resto que insisten en ser Juan Pérez y es necesario no arrastrar nada de lo que ocurra con este personaje a nuestra vida real, ni cuando las cosas salen bien, ni cuando las cosas salen mal. Lo que este personaje consigue, no tiene nada que ver con nuestra valía cómo personas. Y eso, insisto, es lo que no superan el 99% de los que intentan ser traders. Porque esto tiene un costo, que tu ahora mismo, ni te imaginas.
Al final, inevitablemente, ocurre una Sanchotización de Quijote y una Quijotización de Sancho. Eso es inevitable. Y es maravilloso :-)